sábado, 11 de abril de 2015
Binomio inhumano
domingo, 29 de septiembre de 2013
El golpe en Chile, Harald Edelstam y la tradición humanitaria sueca
Era una fría mañana de invierno en Santiago cuando lleno de audacia, no obstante el asedio de las fuerzas golpistas, Salvador Allende comenzó su último discurso en el Palacio de la Moneda. Aún retumba en las generaciones venideras la esperanzadora frase: “De nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una mejor sociedad”. Últimos estertores de un hombre con profunda vocación social y, sobre todo, voluntad política para llevar a cabo sus intenciones. Naturalmente, la instrumentación de su proyecto de gobierno no fue bien vista por los sectores privilegiados de la oligarquía chilena ni, desde luego, por la cúpula militar.
sábado, 30 de junio de 2012
Carta a nulistas, abstencionistas e indecisos
miércoles, 23 de mayo de 2012
México y las elecciones de 2012 (I)
PELIGRO DE UNA REGRESIÓN FATAL
Partir de la desesperanza, el pesimismo y la angustia social para analizar un fenómeno político de la magnitud de una elección presidencial es una actitud cómoda para todos aquellos individuos posibilitados de ejercer la herramienta filosófica más poderosa para reconstruir los cimientos sociales: el pensamiento crítico. La presente serie de reflexiones se basa en la premisa de que México es un país que ha cambiado esencialmente en los últimos 20 años. El autor afirma que han existido procesos estructurales que han hecho pensar que el rumbo de la historia puede ser mejor si se toma conciencia de que las generaciones presentes somos responsables de continuar con la correcta marcha hasta el momento emprendida, enmendar las situaciones en donde claramente se ha visto que el fallido cambio ha resultado en algo testarudo, irresponsable e inconsciente y proponer acciones en todos los niveles para reconstruir el presente, asumir sin negar el pasado y planear el futuro.
lunes, 5 de abril de 2010
La decadencia de la jerarquía católica global
Las recientes declaraciones del arzobispo Noberto Rivera Carrera representan el cinismo al que puede llegar la jerarquía católica. El señor Rivera señaló hace algunos días que era inadmisible el encubrimiento de pederastas por parte de cualquier sacerdote, no importando su rango dentro de la estructura de la Iglesia. (La Jornada, 1.4.10). Yo me pregunto si el señor Rivera no se habrá mordido la lengua, pues si hacemos memoria, podemos recordar el caso de pederastia protagonizado por el padre Nicolás Aguilar de Tehuacán, Puebla. Este caso viene a colación porque fue precisamente Norberto Rivera Carrera quien encubrió a este sacerdote pederasta e incluso autorizó su traslado a otras diócesis sin informar los antecedentes que el padre Nicolás tenía. (Cfr. Rodrigo Vera, Proceso, no. 1566, “Encubrimiento documentado”, domingo 5 de noviembre de 2006.)
La historia es bien conocida. El caso de Rivera fue llevado a una corte en Los Ángeles. El primer hombre al mando de la Iglesia en México no sólo se enfrentó a los padres de las víctimas que sufrieron a manos del padre Nicolás, sino también a otros primados que rechazaron las versiones de Rivera Carrera, como fue el caso del obispo de Los Ángeles Roger Mahony, quien advirtió a las autoridades que nunca le fue avisado por parte de Rivera Carrera el comportamiento del padre Nicolás. (La Jornada, 7.8.07)
A pesar de las pruebas documentales de la propia Conferencia del Episcopado Mexicano, que muestran que efectivamente Rivera autorizó el traslado de Aguilar a sabiendas de sus antecedentes, de las contradicciones en las que cayó durante sus comparecencias en los juicios llevados a cabo en Los Ángeles, del clamor de decenas de padres de familia cuyos hijos fueron víctimas del padre Nicolás, Norberto Rivera Carrera fue absuelto y continúa oficiando misa en la Catedral Metropolitana. ¿Tiene autoridad moral para hacerlo?
Otro jerarca de la Iglesia Católica en México es Onésimo Cepeda. Su caso es también a todas luces conocido. Gusta realizar fiestas de cumpleaños que cualquier magnate estadounidense bien podría envidiar. Sus invitados no son precisamente miembros de la humilde feligresía de la diócesis de Ecatepec. Más bien son miembros de la cúpula política y económica que controla a este país. Llegan en helicópteros, disfrutan de suculentos banquetes. Pero eso sí, al domingo siguiente el señor Cepeda se quita su traje de mafioso y se pone su disfraz de obispo para en la homilía decirle a su feligresía que se contente con lo que Dios les ha dado en esta vida, al fin y al cabo, el paraíso se alcanza en la siguiente vida, no en nuestra efímera vida terrenal. Actitudes como las de este jerarca lo único que hacen es alimentar el viejo mito protestante (nacido en el sigo XVI tras la Reforma luterana que más que ser una interpretación teológica de las sagradas escrituras fue una herramienta política en contra de la España católica en el marco de su proceso de contrarreforma) en el sentido de que el catolicismo era una religión que fomentaba la pobreza terrenal, mientras que el protestantismo, por el contrario, traería el reino de Dios al mundo de los hombres. Si analizamos las sagradas escrituras caeremos en la cuenta de que éste es un argumento falaz, pues en varios pasajes del Evangelio (signado tanto en la Biblia católica como en la protestante) Cristo señala lo contrario. Basta recordar un par de parábolas: la de las diez jóvenes y la de los talentos, en esta última Cristo concluye su enseñanza con la siguiente máxima: “al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce se le quitará hasta lo que tiene.” (Mt 25, 1-30)
No obstante sus ostentosas fiestas de cumpleaños y la distorsión de la Palabra del Señor de la que vive, el señor Cepeda también suele hacer fraudes. A los que se preguntaban porqué Cepeda es amigo de tanta personalidad política y empresarial aquí está la respuesta. Son igual de fraudulentos. Todo está perfectamente documentado. Es información de dominio público, además de que de buena fuente personal tengo conocimiento que el sonado caso del obispo de Ecatepec, en referencia a la sucesión testamentaria de Olga Azcárraga y el caso de las pinturas de grandes artistas desde Modigliani hasta Siqueiros, debía finalizar en una sentencia en contra el obispo, merced a su fraudulento intento de expedir un pagaré por 130 millones de pesos a la señora Azcárraga; dinero que por cierto nunca entregó. (La Jornada, 15.10.08). Sin embargo, en parte debido a la falta de pericia del grupo de abogados que finalmente resolvió el caso, aunado a la tradicional impunidad de la que goza la cúpula política, económica y religiosa en este país, el obispo fue absuelto por el Juzgado 30 penal del Reclusorio Sur. (Proceso.com.mx, 11.2.10)
En general, Onésimo Cepeda se comporta más como un mercenario (recordar que fundó Inbursa junto con Carlos Slim) que como un religioso comprometido con los pilares fundaciones del cristianismo. Este señor, lo mismo que Norberto Rivera, se han olvidado de la Palabra que tanto pregonan en el púlpito. Son una vergüenza para la fe católica.
Por otra parte, del lado regular de la Iglesia, el caso de Marcial Maciel es dramáticamente desgarrador. Un hombre que en vida fue para miles de personas fue un modelo a seguir, una sólida figura en el ámbito moral, un verdadero pastor dedicado al cuidado de su rebaño, es en realidad un delincuente, cuyo lugar en la tierra debió ser una cárcel y no un aula, y cuya alma seguramente estará sufriendo los suplicios de los eternos infiernos, no precisamente los vergeles del Paraíso Celestial. Me queda claro que Maciel no está si quiera cerca del Santo Padre, ni del Santo Hijo ni del Santo Espíritu Santo. Su alma y su espíritu, sin lugar a dudas, están con Belcebú, Lucifer y compañía.
No es de extrañarse que esto pase con varios de los altos jerarcas católicos, pues en el México contemporáneo todas las instituciones sociales están degradadas por los tres pecados capitales en la historia de este país: la impunidad, la corrupción y la desigual distribución de la riqueza. La Iglesia no es la excepción. Empero, lo preocupante es que no sólo es en México, sino que a nivel global la Iglesia vive actualmente una de sus peores crisis en la historia contemporánea. Sólo se me ocurre un parangón en la historia de esta milenaria institución. Aquella de la Italia de los siglos XIV a XVI en donde la jerarquía eclesiástica estaba compuesta por verdaderos mercenarios de la guerra y la política. Los obispos tenían hijos, empezando por el de Roma claro, (¿quién no recuerda al infame Alejandro VI?) se mataban los unos a los otros, conquistaban territorios para saciar sus necesidades materiales, etc. El legado historiográfico de hombres como Leopold Von Ranke, Francesco Guicciardini e incluso el mismo Maquiavelo en su faceta como historiador, posibilitan conocer aquella realidad que, ciertamente en contenido es harto diferente a la de hoy, pero que en sustancia no dista mucho de lo acaecido hace siglos: es decir, la inmoralidad y decadencia en la que estuvo y está inmersa la jerarquía católica global.
En los últimos meses, cual efecto dominó, se han presentado casos de pederastia en México, Estados Unidos, Irlanda, Brasil, Alemania (tanto en la parte occidental como en la oriental), Austria y Suiza. El abuso sexual de niños ha escandalizado a la comunidad internacional sin precedente alguno en las últimas décadas. Lo más lamentable de la situación es que el propio Papa está implicado en casos de encubrimiento de pederastas. O al menos así lo da a entender la serie de reportajes documentados del prestigioso diario The New York Times. (véase NYT 22,25, 26, de marzo de 2010, en especial, 25 de marzo,“Vatican Declined to Defrock U.S. Priest Who Abused Boys". p. 1-A.)
El caso de Irlanda es sobremanera especial. Pero nada de lo que México no sea ajeno. Resulta que el cardenal Sean Brady, arzobispo de Arnegh, por lo tanto máxima cabeza de la Iglesia Católica en Irlanda, está implicando en encubrimiento de pederastas. Él mismo hace unas semanas se arrepintió ante el pueblo católico irlandés y mencionó que está dispuesto a renunciar si así lo desea el Papa. Sin embargo, Brady sigue en su cargo y no es probable que enfrente un juicio civil ni eclesiástico por el delito de encubrimiento de pederastia.
El siguiente dato duro es muy revelador del secretismo e impunidad con el que se maneja la Iglesia Católica. De 3000 casos remitidos a la Congregación de la Doctrina de la Fe, (ésta se encarga de juzgar los casos de pederastia de los padres de todas las diócesis del mundo) entre 2001 y 2010 sólo 20% fueron llevados a cortes eclesiásticas, y pocos sacerdotes de este mínimo porcentaje fueron expulsados de la Iglesia. Sólo 10% fueron expulsados inmediatamente. Otro 10% renunció voluntariamente, mientras que el 60% únicamente recibió sanciones y advertencias administrativas, como si lo que hubieran cometido no fuera un crimen y no debiera ser castigado tanto por el Derecho canónico como por las correspondientes legislaciones penales de cada país en cuestión. (NYT, 25.3.10).
Referir caso por caso es irrelevante. Lo que importa es resaltar la falta de credibilidad que tienen los altos jerarcas de la Iglesia. Unos por ser pederastas y otros por encubrir a estos criminales. Ambos debieran ser juzgados tanto por la propia Iglesia así como por cortes civiles.
Benedicto XVI mencionó algo muy acertado en el tradicional mensaje Urbi et orbi de Domingo de Resurrección. Mencionó que “en la actualidad la humanidad necesita una conversión moral y espiritual. Necesita de la salvación del Evangelio para emerger de una profunda crisis que requiere un cambio profundo comenzando por la conciencia”. (Zenit, 4.4.10) Pues esa conversión moral debe comenzar por los mismos que la pregonan. De lo contrario, incurren en la doble moral que tanto daño ha causado al cristianismo. Esa doble moral con la que se dirigen todos aquellos que gustan de lucrar con el catolicismo, (como los falsos panistas católicos mexicanos) logrando animadversión de la población que suele confundir los errores de la institución conformada por hombres de carne y hueso con el hermoso mensaje de esta religión. Un mensaje que tiene como pilares el amor y el perdón al prójimo. (Cfr. Mt, 5,38-46; Mc, 12,31; Lc 10,27)
Un dogma cuyos valores como la libertad y la justicia deben regular la vida de las sociedades es juzgado injustamente por individuos que se fijan en los errores de los hombres en lugar de apreciar la verdadera esencia del legado de Cristo expresado en el Evangelio.
lunes, 8 de marzo de 2010
China penetra en los Balcanes
Cuando la embajada china en Belgrado fue bombardeada accidentalmente por la OTAN en 1999, el gobierno del país asiático reaccionó de manera tibia, por no decir insignificante. El contexto internacional no era para menos pues Estados Unidos era indiscutiblemente el hegemón del planeta. Sin embargo, el equilibrio de fuerzas en la política internacional ha cambiado mucho en la actualidad.
Si bien China ya estaba en el escenario global como una potencia “emergente” hacia fines de la década de los 90, el mundo unipolar, que fue consecuencia de la caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética, estaba en su máximo apogeo aquellos años. No fue casualidad que en esta década Estados Unidos haya peleado las dos guerras con más consenso en la comunidad internacional durante el siglo XX: la guerra del Golfo Pérsico de 1990 a 1991 y la intervención de la OTAN en la ex Yugoslavia de 1994 a 1999.
No es tema del presente escrito, pero si se analizan las consecuencias a largo plazo de estas dos guerras, se verá que en realidad resultaron ser un fracaso. Cierto, se frenaron los crímenes de guerra en Kosovo y se logró la paz en la convulsa región balcánica. Sin embargo, se sentaron las bases para otra “balcanización” de algunos países de aquella península, en especial Bosnia, cuyo régimen político, según mencionó recientemente en una entrevista el ex primer ministro bosnio Haris Silajdzic, está a punto de colapsarse debido a la falta de implementación correcta de los Tratados de Dayton de 1995, por cierto firmados bajo auspicio estadounidense en Ohio. (CNN, 1.3.10)
Por lo tanto, no será extraño si las próximas elecciones en aquel atribulado país europeo desembocan en un intento de secesión de la Republika Srpska (República serbobosnia). De ser así, los espectros de la dominación otomana se volverán a aparecer: Bosnia, como lo ha hecho desde el siglo XIX, puede atraer de nuevo los reflectores de la comunidad internacional.
El caso de Medio Oriente no es necesario referirlo demasiado. Basta recordar los dos conflictos en los que EU se empantanó durante la presidencia de George W. Bush: Irak y Afganistán. Es tal el lastre que sigue cargando EU en aquellos desérticos rincones de Asia que el éxito o fracasó (más fracaso que éxito en el caso de Afganistán) que tengan las políticas de Obama hacia ambos escenarios será definitorio para las aspiraciones de reelección del mandatario estadounidense en 2012.
Por consiguiente, si Estados Unidos en los 90 buscaba alcanzar la paz y lograr estabilidad en las dos regiones en las que intervino, es una perogrullada afirmar, entonces, que en el caso de Medio Oriente fracasó estrepitosamente, mientras que en los Balcanes, aunque ciertamente la paz se alcanzó, la estabilidad política en varios países como Bosnia y Macedonia está muy lejos de sostenerse e incluso obtenerse.
Después de este necesario marco introductorio concentrémonos en la región de los Balcanes. La realidad geopolítica de esta región del planeta desde una perspectiva internacionalista se puede sintetizar con el siguiente aserto: si en la década de los 90 el mundo atestiguó la cruenta balcanización de la península del mismo nombre, en la primera década de este siglo, e incluso ya desde la segunda mitad de la década de los 90 en el caso de Eslovenia, se ha llevado a cabo un proceso que bien puede ser calificado como la europeización y occidentalización de los Balcanes. Esto debido a la entrada de varios países como Croacia y Eslovenia a la esfera política y económica de Europa, y más allá de las fronteras del Viejo Mundo, a la estructura militar de Occidente, o sea la OTAN.
Ahora bien, no obstante esta realidad política y económica relativamente uniforme en todos los países de la península, no se puede soslayar la realidad particular de cada país, en tanto que existen Estados no occidentales que desean tener presencia e influencia en la zona amén su proceso de europeización y occidentalización.
Al hablar de poderes ajenos a Occidente, en el caso balcánico no queda duda que ha sido Rusia la potencia que más injerencia ha tenido en los asuntos internos y externos de los países de aquella región europea. Históricamente, el Imperio Ruso, después la Unión Soviética y en mucho menor medida la Rusia contemporánea, han considerado a los Balcanes como parte de su esfera de influencia, aunque no siempre su presencia ha sido de la misma magnitud. Actualmente, merced al estado de sus relaciones con Occidente y aunado a la delicada situación interna en términos económicos que vive Rusia, se ve difícil que la otrora superpotencia global luche por ganar una influencia considerable en territorios más allá de Ucrania al este, Georgia al sur y las Islas Kuriles al oriente. Rusia se debería concentrar, como de hecho lo está haciendo, en consolidar su poder geopolítico en regiones en donde lo puede hacer (como ya lo está haciendo en el Ártico); y deshacerse, a riesgo de sufrir severas humillaciones, de aquella nostalgia de la era soviética de la guerra fría.
Pero ¡oh sorpresa! actualmente no es Rusia la potencia no occidental que intenta penetrar en los países balcánicos, sino que es China, cuya potente economía le demanda una mayor injerencia, presencia e influencia en regiones más allá del continente asiático. Esto viene a colación ya que hace pocos días fue publicado un artículo en la agencia de noticias Deutsche Welle, en el que se hace referencia a la enorme inversión económica que el gigante asiático está realizando en países balcánicos, de manera especial en Serbia. Dicho sucintamente: China se encuentra realizando algo similar a lo que hizo Estados Unidos con Latinoamérica en los albores del siglo XX, (periodo de la política exterior estadounidense que se conoce como la diplomacia del dólar) que en el caso chino hacia los Balcanes bien podría ser calificada como la diplomacia del yuan.
El gobierno chino ha otorgado préstamos generosos a países como Serbia, los cuales resultan ser mucho más accesibles en términos de intereses que aquellos que otorgan las instituciones financieras occidentales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Asimismo, obras de infraestructura de gran envergadura se están realizando con dinero chino. Tal es el caso del proyectado puente sobre el río Danubio, que en palabras del autor de la citada agencia alemana Tamsin Walker, “es importante para aliviar el tránsito en Belgrado, así como para probar qué tan bien puede trabajar China con su socio del sudeste de Europa”. (Deutsche Welle 3.4.10)
Estados Unidos, en el marco de la diplomacia del dólar, comenzó su penetración en Latinoamérica mediante grandes inversiones por parte de sus corporaciones. Posteriormente, su presencia económica se convirtió en una indiscutible influencia política al grado que sólo hasta hace pocas décadas América Latina ha comenzado a emanciparse políticamente de Washington. Ciertamente China no pretende poner y quitar gobernantes en los países balcánicos como Estados Unidos lo hizo en la gran mayoría de los países latinoamericanos. Sin embargo, lo que resulta a todas luces cierto es que Beijing está mandando un fuerte mensaje a Occidente, en el sentido de que China no es más la potencia emergente de que se habla, sino un verdadero actor global que domina su entorno geográfico más próximo, pero que asimismo puede comenzar a posicionarse económicamente en regiones en donde los actores externos anteriormente estaban bien definidos como en el caso de los Balcanes.
Allende el ámbito económico, China además participa activamente en las sesiones del Consejo de Seguridad de la ONU y en la Corte Internacional de Justicia en referencia al tema de Kosovo. Es sabido por todo mundo que China se opone categóricamente a la separación de la mítica cuna de la ortodoxia serbia. No necesariamente porque le interese la estabilidad de los Balcanes, sino porque, como señala el especialista Dusan Reljic, las numerosas minorías que habitan la inmensa China podrían seguir los pasos de los albaneses en Kosovo, en especial Xianjing y el Tibet. Por cierto, Reljic en entrevista con el diario alemán Der Spiegel mencionó lo que muchos ya sabíamos: Kosovo es más un protectorado de la Unión Europea que un Estado independiente. (Der Spiegel, 18.2.08)
Lo expuesto en este texto no quiere decir que Serbia vaya a capitular en sus intenciones de incorporarse a la Unión Europea, ni que dejará de ser socio de las instituciones financieras de Occidente. Empero, es probable que los países balcánicos, en especial aquellos en donde China está aumentando su presencia económica, diversifiquen sus relaciones con otros actores globales que les permitan tener mayor flexibilidad ante situaciones críticas en los organismos occidentales. No es coincidencia que la crisis económica que llevó a Grecia al estado en el que se encuentra, sea producto de su gran dependencia de Bruselas, en un contexto en el que la Unión Europea, como recientemente mencionó el Nóbel de economía Paul Krugman, ha demostrado sus fallas estructurales. (véase Paul Krugman, “The Making of a Euromess”, The New York Times, 15.2.10)
En conclusión, dos son las ideas que más se rescatan de esta penetración China en los Balcanes. 1) Por una parte, el gigante asiático comienza cada vez más a expandir su esfera de influencia a rincones en los que décadas atrás se pensó difícil que pudiera posicionarse, pasando de ser una economía “emergente” a una verdadera potencia global. 2) Por otra, los incipientes países ex yugoslavos pueden tener en China a un socio alternativo de la UE y sobre todo más confiable en el ámbito económico. Además de que la milenaria nación puede ser un aliado político, al menos en el caso de Serbia.
En última instancia, ambos asertos corresponden a la presente realidad de la política internacional en donde el multilateralismo ha sustituido al mundo unipolar de los noventa. Así que seguramente cualquier bombardeo “accidental” a alguna embajada china en los Balcanes no pasaría desapercibido el día de hoy.
jueves, 31 de diciembre de 2009
MÉXICO 2000-2009: La década perdida
El fin de la primera década del siglo XXI exige una reflexión profunda de los principales acontecimientos en la vida política del México contemporáneo.
Lo que se presagiaba en el año 2000 podría ser el inicio de una nueva era en la historia de nuestra amada patria, se convirtió en uno de los desperdicios más costosos para la población mexicana: la elección de Vicente Fox a la presidencia de la República. Como señalo en mi artículo “MÉXICO: A 9 años de la alternancia, Estado-nación sin rumbo”, la elección del guanajuatense pudo representar el evento capital en la reconfiguración del Estado Mexicano, tras cerca de 70 años de un sistema político unipartidista y monopolizador de la vida nacional. Las esperanzas estaban cifradas en él, su victoria fue incuestionable: parecíamos alcanzar finalmente la ansiada democracia.
Sin embargo, en su momento, la izquierda advirtió de lo que se había fraguado el 6 de julio del año 2000: un pacto entre la derecha, representada por el Partido Acción Nacional, y el partido hegemónico, emanado supuestamente de la Revolución Mexicana, el PRI. Este pacto político tenía como objetivo nodal eternizar en el poder a la cúpula política guardiana de los intereses de la rancia oligarquía mexicana, así como los intereses de las grandes corporaciones internacionales asentadas en este país. Vicente Fox se convirtió pues en el artífice de este pacto entre las elites políticas y económicas dominantes: ese terminó siendo su papel en la historia contemporánea nacional.
Baste recordar que durante la presidencia de Fox los niveles de crecimiento económico bruto fueron tan bajos como en periodos de las crisis de 1982 y 1995. Que durante su gobierno se desatendieron rubros tan importantes como la educación y el problema cardinal de nuestro país: el combate a la pobreza. En este punto, Vicente Fox puso en marcha un programa gubernamental llamado “Oportunidades”, (nombrado en primera instancia “Progresa”) el cual tenía como noble propósito combatir los altos niveles de pobreza que existían en nuestro país. Sin embargo, aunque no se debe despreciar el apoyo real que ha dado a miles de familias mexicanas, el programa “Oportunidades”, no es lo que verdaderamente México necesita para resolver este acuciante problema nacional. En realidad, fue una política fallida, que lo único que se proponía era hacer publicidad al gobierno federal, pretendiendo que se estaba trabajando en el combate a la pobreza. Los recientes números de la CEPAL comprueban mi aserto anterior: al final de la primera década del siglo XXI México es el país de Latinoamérica en donde más ha crecido la pobreza extrema. ¿Funcionó “Oportunidades”? (véase el informe en http://www.eclac.org/publicaciones/xml/9/37839/PSE2009-Cap-I-pobreza.pdf)
En cuanto al rubro educacional se refiere, la década de 2000-2009 consolidó un fenómeno que se venía dando en los sexenios anteriores: el control de la educación nacional por parte del poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Dicha situación se agudizó tras el papel que jugó este organismo sindical durante las elecciones presidenciales del año 2006. Su líder, la nefasta, corrupta y aciaga Elba Esther Gordillo, equilibró la balanza definitivamente a favor del candidato presidencial del PAN. El resultado fue la inacción de la Secretaria de Educación Pública en el intento de reforma educativa conocida como Alianza por la Calidad de la Educación, cuya implementación ha dependido de los intereses del Sindicato y no de las prioridades que debiera tener el Estado Mexicano en una verdadera refundación del sistema educativo a nivel nacional. Es lamentable que México ocupe el último lugar en desarrollo educativo de los países de la OCDE, como el último informe de esta organización señala. (véase el informe en http://www.olis.oecd.org/olis/2009doc.nsf/LinkTo/NT00006C86/$FILE/JT03273387.PDF)
En cuanto al rubro de transparencia se refiere, durante los gobiernos de la década conocida en términos políticamente correctos como de la “alternancia,” se mejoró a comparación de las décadas de gobiernos priístas en el poder. En este sentido, la creación del IFAI por Vicente Fox, significó el primer paso para liberar información concerniente a la administración de las finanzas y contabilidad públicas. Fue un buen paso, no obstante, una vez más como en la mayoría de los programas impulsados por los gobiernos federales de esta década, el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) sirvió para crear una atmósfera de confiabilidad en los manejos del gobierno, mientras al mismo tiempo se ocultaba a la población la cantidad inmensa de contratos que el gobierno federal hacía con empresas privadas en sectores estratégicos como la electricidad, el petróleo y la minería. Además de que se trataba de mantener la serie de concesiones ventajosas a favor de familiares de los miembros de la cúpula política y económica. Recordemos el escándalo de los contratos de los hermanos Bribiesca para sostener el anterior aserto.
Ahora bien, la situación económica es sin lugar a dudas el rubro en el que los gobiernos del 2000-2009 mostraron más su ineficacia. La continuidad del neoliberalismo emanado del Consenso de Washington, inaugurado en el plano oficial con la entrada del México al GATT en 1985 y concretado con la implementación del ominoso TLCAN en 1994, significó en términos generales en la profundización de la pobreza a escala nacional. El neoliberalismo, al contrario de lo pensado por la cúpula priísta a partir del gobierno de Miguel de la Madrid, no resultó ser una política económica eficaz para un país con profundas diferencias sociales. Funcionó hasta cierto punto en las economías fuertes de Occidente, pero en las naciones subdesarrolladas y con altos índices de pobreza lo único que significó fue la agudización de la diferenciación social.
No es de extrañarse, entonces, las declaraciones recientemente hechas por el premio Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, quien señaló que México fue uno de los países que peor supo manejar la reciente crisis económica global. No es menester ser un experto en economía para confirmar la declaración del premio Nóbel, por cierto rechazada por el ex Secretario de Hacienda Agustín Carsents. Es suficiente con saber algo de teoría económica para saber que cuando hay una crisis económica se deben recortar los impuestos y aumentar el gasto corriente, tal como lo afirma el gran economista británico John Maynard Keynes en su obra Teoría general del trabajo, interés y dinero. Dicho modelo de intervencionismo del Estado en la economía sirvió para mitigar grandes crisis económicas en la historia del siglo XX. Recordemos cómo Franklin Delano Roosevelt enfrentó el desastre en la economía estadounidense, provocado por la desregularización financiera impulsada por los gobiernos republicanos de Warren Harding a Herbert Hoover. O, más recientemente, como Barack Obama ha decidido seguir estos mismos patrones para tratar de resolver la reciente crisis sistémica del capitalismo global. En México fue totalmente lo contrario: se subieron y crearon nuevos impuestos, se detuvo el gasto corriente, además de que se aumentaron precios de productos básicos como la tortilla, el azúcar y la gasolina.
Ahora bien, un punto sensible en que los gobiernos de la década 2000-2009 intentaron innovar fue la cuestión energética, principalmente en materia de petróleo. La reforma propuesta por Felipe Calderón resultó ser ineficaz, oscura y superficial. La lógica del liderazgo neoliberal en el poder es que los energéticos deberían de estar privatizados. No se puso de manifiesto de manera descarada, pero los propósitos de la reforma tenían muchos afanes privatizadores, como la participación de privados en la comercialización, la refinación, la transportación y la exploración del petróleo nacional lo pueden demostrar. La cúpula en el poder no se da cuenta del fenómeno global en materia energética: la renacionalización y estatización de los recursos energéticos. Las compañías petroleras de mayor capacidad y volumen no son precisamente las transnacionales estadounidenses, británicas o españolas, sino aquellas compañías estatales como ARAMCO (Arabia Saudita), NIOC (Irán), CINOPEC (China), entre otras. Así pues, los dirigentes de la empresa estatal mexicana, en lugar de seguir preocupándose por su ineficiencia, deberían de ponerse a trabajar para hacerla regresar a los primeros lugares en los listados de las empresas petroleras. La reforma debería comenzar con limpiar el sindicato petrolero de la enorme corrupción concentrada en la figura de Carlos Romero Deschamps. Empero, luce complicado que Calderón se comprometa a dicha tarea, pues paradójicamente el PAN, que tanto se quejó de la política charrista del PRI, sigue continuando con esta vieja práctica, haciendo de los sindicatos cómodos parte nodal de su mantenimiento en el poder.
La década de 2000-2009 se caracterizó asimismo por la gradual pérdida de poder del gobierno federal ante los gobiernos estatales. Los gobernadores han adquirido cada vez más poder, recuperando el terreno perdido tras décadas de presidencialismo omnipotente del PRI. Esta característica dentro del sistema político nacional, hace pensar en la necesidad de definir cuál es el sistema político que necesita México: ¿un semipresidencialismo?¿una república parlamentaria?¿regresar al presidencialismo, pero ahora de manera consensuada con el Congreso y los gobiernos estatales?
El presente representante del Ejecutivo no se ha dado a la tarea de definir tal interrogante, tan necesaria para el correcto funcionamiento de nuestras instituciones, la eficacia de nuestras leyes y la verdadera representación de las mayorías. Sólo lanza propuestas mediáticas y sin sentido, como la reelección de alcaldes y diputados, cuyo verdadero propósito es perpetrar a la clase política priísta y panista en el poder. En este punto, uno de los mayores pecados de la derecha en el poder durante esta década es la gran indiferencia que ha mostrado frente a la Reforma del Estado, apoyada principalmente por la izquierda legislativa. La Reforma del Estado es una iniciativa que pretendía reformar las instituciones políticas en aras de acercar los dos componentes vivos del Estado-nación, es decir, la población y el gobierno. En pocas palabras, lo que se busca es la refundación de un Estado Mexicano cada vez más ineficiente, atado a los mandamientos de los liderazgos políticos dominantes, cuyos intereses con otras entidades no estatales ocasionan severos daños al buen funcionamiento de las instituciones, afectando de manera considerable a la mayoría de la población.
Otra oportuna interrogante que no puede escapar a este análisis es ¿qué nos dejó la década de 2000-2009 en materia de política exterior?
México durante el siglo XX se caracterizó por ser un país vanguardia en política internacional. Fuimos sin lugar a dudas la principal potencia de América Latina. Participamos activamente en el liderazgo de los países no alineados durante la Guerra Fría. Organizamos importantes cumbres internacionales en donde los principios de política exterior de no intervención y autodeterminación, enunciados en la Doctrina Carranza, eran política de Estado. México participaba como nación líder en la resolución de conflictos en la esfera latinoamericana, basta recordar nuestro papel en la crisis centroamericana de los 70 y la subsiguiente creación del Grupo Contadora a iniciativa de nuestro país. En suma, sin ser una potencia a escala global, México era incuestionablemente el país de vanguardia en Latinoamérica. Incluso, esta política exterior se mantuvo con los gobiernos neoliberales de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. Si bien es cierto que durante estos dos sexenios, nuestra política exterior comenzó a adoptar otro tipo de discurso: como el de la apertura comercial en el caso de Salinas y la democratización en el caso de Zedillo, México continuaba siendo un país hasta cierto punto congruente con nuestros pilares básicos en materia de política exterior.
Sin embargo, toda la presencia e importancia que tuvo México en el ámbito latinoamericano y mundial bajo los regímenes priístas, se revirtió con la llegada de la derecha al poder en el año 2000. El episodio más conocido fue aquel suscitado en Monterrey con las infortunadas declaraciones de Fox a la figura del líder cubano Fidel Castro. Así, México, que había sido tradicional defensor del gobierno cubano emanado de la Revolución de 1959, traicionó de manera flagrante los principios de no intervención y autodeterminación, cuando en las votaciones llevadas a cabo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU cambió por primera vez en su historia su votación en cuanto a la situación de derechos humanos en Cuba se refiere. Dicha conducta tiene una explicación en la enorme presión que Estados Unidos infringió en México, dominando todos los aspectos de nuestra política exterior, y perdiendo la poca independencia que habíamos tenido durante el régimen priísta.
Consciente de la necesidad de enmendar la plana, Felipe Calderón decidió cambiar de rumbo y mejorar la relación con Cuba. Fue elegido un miembro del Servicio Exterior Mexicano (SEM) para dirigir la Secretaria de Relaciones Exteriores, lo cual fue celebrable. Con esta medida se esperaba hacer más funcional nuestra política exterior, pero en realidad, la acción de Patricia Espinosa al frente de la Cancillería ha sido tibia y mediocre. Ciertamente, se ha mejorado y aumentado el SEM, empero, se sigue con la vieja práctica de nombrar embajadores políticos, sin conocimiento alguno de la realidad internacional y el papel que México debe tener en ella. La designación de Jorge Zermeño como embajador de México en España, así como el reciente nombramiento del oscuro ex procurador Eduardo Medina Mora como embajador de México en Gran Bretaña, son hechos lamentables que restan credibilidad a México en el exterior.
Asimismo, dos recientes episodios son muestra de la pérdida de acción del Estado Mexicano en el exterior: la implementación de visas para los mexicanos por parte del gobierno de Canadá y la crisis en Honduras. Con respecto al primer punto, México mostró impotencia ante la imposición unilateral de visas por parte de nuestro socio de Norteamérica. Fuimos incapaces de responder de manera enérgica ante semejante imposición. Por su parte, la crisis de Honduras es el episodio que más representa la pérdida de poder de México en el exterior, y lo peor de todo, es que se trata de un área en donde México siempre fue indiscutible protagonista, como en el caso de Contadora en los 80. Fue en esta ocasión Brasil el país que asumió el liderazgo para la negociación del conflicto originado por el golpe de Estado de la derecha hondureña. Así pues, la crisis de Honduras representó el nuevo equilibrio de fuerzas de América Latina, con un Brasil líder indiscutible de la región y muy presente en los principales foros internacionales, mientras que por su parte México cada día se ha rezagado más. Por lo tanto, salvo el buen papel que recientemente tuvimos en la cumbre climática de Copenhaguen, que de hecho no es novedad pues nuestro país siempre ha sido impulsor de políticas a nivel mundial para combatir el medio ambiente, México se perfila progresivamente hacia una pérdida de prestigio, influencia y presencia en la escena global.
De todos los aspectos de los gobiernos federales de la década 2000-2009, el narcotráfico resulta ser el peor manejado por Fox y Calderón. El primero, de plano hizo caso omiso al problema, simplemente lo dejó continuar e intentó distraer a la población con otras acciones gubernamentales que tuvieron poca trascendencia para el mejoramiento de las condiciones de vida del país. De hecho, el mismo Calderón mencionó hace algunos meses que su antecesor había pecado de inacción frente a este importante problema.
En cuanto al actual ejecutivo se refiere, su llamada guerra contra el narcotráfico ha resultado en un estrepitoso fracaso de magnas proporciones. De 2006 a la fecha han muerto aproximadamente más de 23, 000 personas a causa del combate armado que emprendió Calderón al poco tiempo de asumir la Presidencia en julio de ese mismo año. Estas cifras rebasan por mucho a las bajas estadounidenses en las actuales guerras de Irak y Afganistán juntas. Su política se ha centrado en enviar miles de soldados a los estados en donde más existe este problema: 45, 000 militares y 20,000 agentes de la Policía Federal, dando un total de 65,000 hombres armados, cifra que es casi comparable con el total de soldados estadounidenses en Afganistán. De esa magnitud estamos hablando.
Asimismo, dentro de este marco Calderón propuso la Iniciativa Mérida, cuyo carácter es similar al Plan Colombia. En esta Iniciativa se pide ayuda a EU para lidiar con este preocupante problema, sacrificando soberanía nacional, dado que dentro de los postulados de este programa de asistencia está implícita la entrada a México de cientos de agentes estadounidenses, con derechos extraconstitucionales. Así pues, en términos generales la guerra de Calderón contra el narcotráfico ha resultado en una verdadera carnicería y en la militarización de varios estados de la República. Además, se han cometido flagrantes violaciones de derechos humanos por parte del Ejército, al grado de que organizaciones internacionales como Amnistía Internacional denunciaran al Estado mexicano de ser cómplice en los abusos a la población civil. (Véase http://amnistia.mx/abusosmilitares/informe.pdf)
Al igual que todos los programas implementados tanto por su gobierno como el de Fox, la guerra contra el narcotráfico es un intento más de hacer creer a la población que se está haciendo algo para resolver este problema. Ciertamente, se han detenido numerosos narcotraficantes, decomisado grandes cantidades de droga e incluso asesinado a importantes líderes como Arturo Beltrán Leyva, pero en realidad se está afrontando esta cuestión de manera superficial; pues la mejoría de la educación, la creación de empleos y la lucha contra la corrupción en las instituciones judiciales, que deberían ser las verdaderas armas contra el narco, son temas en los que Calderón no se ha querido comprometer en lo absoluto.
Podría continuar este texto enumerando lo que ha dejado 10 años de derecha en el poder en México, sin embargo, basta concluir señalando la gran cantidad de violaciones a nuestra Carta Magna que se han cometido a lo largo de estos años. El último ejemplo fue la extinción de la compañía estatal Luz y Fuerza del Centro, cuyo decreto de extinción viola explícitamente el artículo 89º de la Constitución, en donde se dice que el Presidente podrá “promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia.” Calderón cínicamente citó al comienzo de su decreto este artículo, cuando en realidad no se tomó la molestia de consultar al Congreso de la Unión de esta decision, violando asimismo, el artículo 90º de nuestra Carta Magna en el que se establece que la administración pública federal, de acuerdo con las leyes expedidas por el Congreso “definirá las bases generales de creación de las entidades paraestatales y la intervención del Ejecutivo Federal en su operación”. Huelga decir que Calderón, además viola el artículo 87º de la Constitución en el que se establece que el Presidente deberá hacer la siguiente declaración al tomar posesión de su cargo: “protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”. La pregunta sería ¿Lo hizo Fox y lo ha hecho Calderón hasta el momento? Los hechos demuestran que no.
En suma, la década de 2000-2009 ha sido un periodo en el cual la cúpula política gobernante ha recrudecido su avaricia y su afán desmedido de poder. Un periodo en el que se ha aumentado estrepitosamente el número de pobres y la diferenciación social. Un periodo en que la educación de nuestros niños es cada día más deficiente. Un periodo en el que México ha perdido liderzgo internacional y regional. Un periodo en el que han muerto miles de inocentes en una guerra fallida contra el narcotráfico y en el que se han cometido numerosos atropellos a los derechos humanos de la ciudadanía. Un periodo en la que se han implementado políticas fiscales medianas, cuyo impacto se refleja en las clases más bajas y en los sectores medios de nuestro país, mientras los grandes corporativos siguen pagando cantidades miserables de impuestos. Un periodo en el que la derecha ha contradicho sus ideales y se ha montado en sindicatos cómodos para mantenerse en el poder, como el SNTE y el SNTPRM, mientras que desecha aquellos que le resulta incómodos como el SME. Un periodo en el que la izquierda ha puesto en primer término sus intereses partidistas y personales, en lugar del interés nacional.
Por consiguiente, no es exagerado concluir este texto mencionando que el periodo que acaba de finalizar ha sido una década perdida en la historia de México. En donde las oportunidades de cambio se han convertido en peores pesadillas y en donde las ilusiones de millones de mexicanos se han esfumado hacia el vacio más profundo de los vientos, tierras y mares de esta amada patria.